lunes, 21 de marzo de 2011

De frenazos y del gustazo de vivir poco a poco



A veces una va por la vida con una enorme sonrisa y un pie en el acelerador, disfrutando de las subidas y bajadas de la montaña rusa, usando demasiado el ascensor en el terreno emocional, saltándose peldaños importantes, olvidando lo pequeño, lo chiquitito. De repente un día la idea de la maternidad te envuelve, te acaricia, te atrapa y tú no tienes ni pareja y ni siquiera tiempo para encontrarla o para dejarle un hueco si es que se digna a aparecer. Otras veces, una va por la vida con los dos pies en el acelerador, apurando en las curvas, y ve como su sonrisa se esfuma, sus deseos se postergan o se diluyen… En esos momentos, al menos en mi caso, el cuerpo que es muy sabio frenaba de golpe y la enfermedad (ese último recurso) me permitía descansar…

Dos grandes frenazos fueron necesarios para que mi hija Zambra esté hoy aquí. El primero fue un frenazo de órdago, necesité tres meses para recuperarme, tuve que dejarlo todo bien aparcadito: mi trabajo de profesora, los recitales, la preparación de las oposiciones, los proyectos literarios, el doctorado… Durante tres meses me volví primaria y volví a saborear lo cotidiano. Esto sirvió para hacer hueco en mi corazón, para ablandarlo, para poder conocer a el papá de Zambra. Me permitió enamorarme de ese hombre maravilloso con el que comparto desde hace cinco años mi vida y desde hace dos años esta crianza repetuosa y con apego (me gusta considerar que nuestra crianza empieza con el inicio del embarazo, un día os explicaré el porqué).

Pero la cabra tira al monte y unos años después, justo un mes después de empezar a buscar a Zambra, una se da cuenta de que se encuentra trabajando en el lugar equivocado para concebir sin estrés, y ve que no puede pararse, que su trabajo le apasiona, que se lo lleva a casa… por un lado, se siente fuerte e imprescindible, por otro angustiada e infeliz porque no hay nada más profundo que desear ser madre y ser lo suficientemente consciente del escollo a superar en mitad el camino.

Tres meses más tarde mi cuerpo volvió a frenarse en seco, una maravillosa ciática (objetivamente inexplicable) me devolvió al hogar, al barrio, a mis plantas, a mis libros de fotografía, a mis comidas sanas, a la espiritualidad, al zen. Supongo que el alma de Zambra, que estaba revoloteando por ahí arriba, estaba ya dispuesta a bajar, y no sólo mi útero sino todos los huesos y músculos de mi cuerpo se estaban preparando para acogerla, porque "¡milagro!" el día que me quedé embarazada la ciática desapareció (y no volvió a visitarme ni siquiera durante los últimos meses de embarazo). Supongo que mi hija quería una madre relajada (y yo misma quería darle esta paz por encima de todo) y no supe hacerlo de otra manera.

El embarazo, ya os lo contaré, me cambió la vida; el puerperio mágico y denso, lúbrico y oscuro, me sigue permitiendo vivir hacia dentro y en pequeñito… mi cuerpo está sano y no necesita desde hace tiempo recurrir a la enfermedad para frenarse de golpe, porque ya no tengo los pies en el acelerador, porque he vuelto a usar las escaleras, a ir peldaño a peldaño y es magnífico poder hacerlo a diario y bien acompañada de mi musa.

4 comentarios:

  1. como me gusta leerte Mi, y cuanto estamos aprendiendo de las enfermedades ultimamente.

    aqui tu hermana con la lagrimilla esperando a entender como puedo recuperar el silencio...

    Tq

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  2. Que preciosidad de blog tienes!!! es un gustazo leerte!!!

    Enhorabuena por tu hija y por tu forma de entender la maternidad!!!

    Desde hoy te sigo y te animo a que conozcas mi blog...tenemos bastante en comun!!!

    http://creciendocondavid.blogspot.com/

    Saludos!

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  3. Ay.... creo que no voy a seguir leyendo... que me lleno de recuerdos malos que por épocas reconvierto en sueños. A mi me pasó algo similar. Mucho estressssss laboral, implicación, que llegó un momento en que derivó en acoso laboral y eso a su vez en un aborto espontáneo estando de 8 semanas. Después vino la rabia. Después la paz. La aceptación. La tranquilidad. Y con ella, él.

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  4. Recién leído y la verdad menudo par de frenazos me ha dado la vida, sólo necesito interiorizar lo aprendido y no olvidardo rápido.
    Gracias guapa, eres simpre así de nutritiva que da gusto!!

    Soledad Andrade

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